De mi Aventura de Halloween

Ya serían aproximadamente las 7 de la tarde en horas canarias, y todavía se escuchaban los gritos de los niños correteando por las calles cuales cabras desquiciadas tocando a la puerta y pidiendo caramelos, en lo que yo trataba de pasar un rato tranquila oyendo música y escribiendo. El deseo de que se callasen de una condenada vez, o al menos gritasen más bajito, me llevó al extremo de pedir que cayera una tormenta.

...
Para qué abrí la boca; mi deseo se cumplió... y sin lámpara maravillosa, chúpate esa Aladino...

Las tormentas me suelen fascinar y no ocasionan miedo en mi, y si además el añadido de que los críos se tuvieron que meter corriendo en sus casas, qué más podía pedir?...
...decididamente NO aquel apagón...
debí quedarme callada la boca, como corresponde, pero cuando naces bocazas, bocazas eres y serás para siempre sin remedio ninguno ni posibilidad de escape...
...escape, lo que hubiera dado por lograr escapar entonces; sí hubiera sabido todo aquello, no me habría quedado sola y me hubiera ido a dar una vuelta en coche con mis padres cuando tuve la ocasión en vez de permanecer como una tonta en la casa, encerrada entre cuatro paredes y completamente sola; pero claro, tenía que quedarme, verdad?! destino, destino... por que caminos me llevas...

...sola en la oscuridad de la casa, sin la compañía relajante de la música que he bajado de internet y extraido de mis discos al ordenador, únicamente sonaba la melodía eterna en mi mente, la que nunca he podido apagar desde que tengo uso de razón, la que siempre me acompaña y reconforta, pero no en aquel momento, cuando TODO comenzó...
El suelo parecía alquitran semi fundido a cada pisada que daba y el aire era pesado, como en las ciudades más pobladas, sin embargo no habiá nada de qué asustarse; o sí? me costó localizar la barandilla entre tantas sombras y una vez agarrada con fuerza de ambas manos, inicié la bajada en busca de una linterna, suerte que mis padres me compraron una de inducción de Faraday, creo que se llama; se recarga automáticamente solo moviéndola y la dinamo de dentro roza con un cobre y se autorecarga así, creo, repito. Económica, práctica y no contamina. Yupi, eh? A los pocos escalones llegué a mi cuarto y tanteando busqué esa maravilla que arrojaría luz a mis pasos.
¡Maldición!
Acababa de recordar que cuando la saqué del envoltorio, estaba viendo la tele, así que todavía tendría que bajar más escalones para encontrarla, es para cabrearse, ¿no? me llegó un mensaje al movil en ese momento y el brillo del mismo me sirvió para orientarme hasta él con una pequeña idea de usarlo el suficiente tiempo para alumbrarme, aunque no tendría mucho tiempo, la batería estaba casi al límite; por qué no lo puse a cargar por la mañana? maldita sea la estampa, cuando tienes el día en contra, si algo te sale bien es pura coincidencia. Tras leer el mensaje, que encima solo tenía escrita una larga carcajada que me pareció una broma de mal gusto, ignoré las pegas y apreté las teclas de vez en cuando para que la débil luz del aparato me diera algo más de visión. A mi lado se alzó de repente una figura que por puro instinto no dudé en golpear, impactando mi mano contra algo tan duro que solté el teléfono y me quejé llevando el puño a mi regazo, abrazándolo como si fuera un niño pequeño que buscase consuelo. Seré tonta... acababa de golpear la pared tras la gabardina violeta que tengo colgada en el perchero de mi cuarto, y que por las sombras me había asustado. Agité la mano para olvidarme del dolor, tenía los nudillos pelados pero me daba igual, aproveché para coger la gabardina, que con el asunto se me había descolgado encima, y me la puse, ya que por la ventana entraba un frío que no era ni normal. Tanta tormenta fuera y tan pocos rayos que se colasen a través de las persianas y me ayudasen un poquito a ver.
Vaya tardecita estaba pasando, porque encima con el ajetreo perdí el móvil y cuando lo encontré, ya la batería había agotado la poca energía que le quedaba y estaba como al principio, solo que unos escalones más abajo... en fin, apoyándome en las paredes reanudé la búsqueda de la linterna y logré de nuevo tocar la puerta de mi cuarto y al poco, a la barandilla para bajar al salón. Escuché unos pasos que provenían de abajo y ya me alarmé, aun con el corazón en un puño, retrocedí lo más lenta y silenciosamente que fui capaz, ayudada en parte porque como siempre, me había quitado las zapatillas y solo tenía puestos los calcetines para amortiguar el suelo helado, que ahora parecía una pista de patinaje; estos calcetines finos que resbalan... si no me pegaba un señor batacazo escaleras abajo, sería de milagro puro y duro, pero tal como llevaba el día, mejor no cantar victoria demasiado pronto.
Apartando mis pensamientos de lo demás para no asustarme, busqué en la oscuridad de mi cuarto de nuevo, con la esperanza de dar con algo para defenderme de fuera quien fuera el que estaba abajo, como seguía sin tener la suerte a favor, no encontré nada y una nueva ráfaga de viento potente se coló por la ventana y tiró los abanicos que tengo en equilibrio sobre los cuadros de mi cuarto como decoración, haciendo que uno de ellos impactara sobre mi pie. Como no tenía nada mejor, lo cogí y cerré, teniendo así algo en la mano por fin, aunque fuera poco, menos era nada. Una vez más avancé hasta las escaleras, con cuidado de no caerme, ya no escuchaba pasos ningunos, quizás me había escuchado y ahora aguardaba a que bajase? Daba igual, no soy el tipo de persona que se queda de brazos cruzados lloriqueando en una esquina tras la cama, así que armada de valor... y de un abanico cerrado, bajé despacio, casi sin respirar, con el corazón bombeando con tanta fuerza que hasta me resultaba molesto su golpear en mi pecho y despacio para no resbalar escaleras abajo. Conté los escalones, sabiendo cuantos me faltaban para llegar al salón, cuando volví a escuchar los pasos; se me cortó la respiración y los latidos se intensificaron aun más de lo que yo esperaba que harían; los notaba muy cerca...
...y me ladró...
Dita sea, este perro de las narices, qué susto me había dado! Del susto me senté en los escalones y él llegó a mi lado y me lamió la cara mimosamente, seguro que me había dejado la puerta del patio mal cerrada y él se había colado finalmente. Lo abronqué con algo de comicidad dado el susto que me había dado y algo más tranquila porque ya no estaba sola, seguí bajando hasta por fin alcanzar el salon. Ya faltaba poco para alcanzar mi meta y no tenía nada de que asustarme, salvo porque ahora los truenos se notaban con una ferocidad alucinante, pero no me afectaba, estaba allí mi fiel perrito para defenderme de lo que fuera, no?... no.
El perrito estaba más asustado de lo que estaba yo antes, seguro que por eso se había colado en la casa, los truenos lo asustan y buscó desesperadamente algo de compañía humana para sentirse más protegido. Le di unas palmaditas en el lomo para tranquilizarlo y seguí adelante, dándome en toda la rodilla con el reposabrazos de madera del sillón, ahogué la queja como mejor pude, por la felicidad de estar tan cerca ya de mi querida linterna. Palpé la mesa de cristal, seguramente dejándola perdida de huellas dactilares; bah, ya la limpiaría y aquí no ha pasado nada.
¡Por fin tenía mi premio en las manos! Como sospechaba no alumbraba mucho, pero la agité durante un buen rato y cuando apreté el botón, daba una generosa luz que apagó mis dudas y miedos. Me giré buscando a mi perrito con una gran sonrisa... pero él ya no estaba... estaba aquí hacía solo un momento y ahora... nada. Habría vuelto fuera? Ayudada ahora por la linterna pude caminar más segura hacia la cocina y me encontré con la puerta abierta; raro me pareció que no diera golpes con el viento, pero en fin. Fui a cerrarla cuando me quedé en el sitio, revisando el patio con la linterna... y ni rastro de mi perro, o de mi gata, que si no está durmiendo en su cesta, ya es raro; porque llueve, y ella entre las macetas cuando llueve, no duerme ni harta anestesia; lo mismo va por mi perro. Se habrán colado en casa por otro lado, claro, pero ya habría oído sonar el cascabel de mi gatita... vale, ya me he mosqueado, fuera neuras. Cierro la puerta y me vuelvo a la sala, y cuando la luz se refleja en el cristal... lo veo...
Su mueca siniestra, su mirada psicótica, la sonrisa maléfica... no, por favor, él no!! no puede ser, !! como ha llegado hasta aquí?!?! es... es...!!! ES EL PAYASO DE MICOLOR! NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

XDDDDDD Y hasta aquí llega la historia tonta de Halloween, jojojojo ;D Espero que hayan disfrutado.