Hasta siempre, Odie

Ocurrió anoche, tal vez a las seis de la madrugada; yo anoche no podía dormir, a las tres me di una vuelta por el patio a ver qué tal estaba Odie, y estaba tumbado en el patio tranquilamente, nada más.

Ya le notaba algo más alicaído que ultimamente, tras sacarlo a pasear por la noche y al volver se tumbó en el suelo y respiró hondo, y algo... algo me hizo sentarme anoche junto a él, me miró y le acaricié; él, agradecido como siempre, movió la cola alegremente con suavidad, y me salió de dentro una gana irresistible de cantar algo para él... y así lo hice, entre sollozos, le canté Fly me to the Moon, y al terminar seguí un rato más a su lado y le di un beso de buenas noches en la cabeza. Apenas dormí y a las ocho me levanté para intentar sacarlo a pasear, y no lo encontré en el patio; pese a estar débil, había empujado el cubo de la basura y se había metido detrás, mirando hacia el resto del patio.

Y no se movía, le llamé, di una palmada, y grité su nombre desesperada por verle hacer al menos un movimiento que me indicase que únicamente estaba más dormido que despierto. Rompí a llorar y le tapé con una sabanita de flores que había usado estos días para tumbarse en el suelo, lo arrastré un poco para quitarlo de aquella zona, porque sabía que las hormigas abundaban allí, y entre temblores y llantos llamé por telefono a mis padres, que estaban en el norte de la isla, y les di la noticia. Mamá me tranquilizó como pudo y se pusieron en camino, tardaron un poco porque prepararon las cosas que nos harían falta para el último viaje de Odie.

Por tres horas, permanecí de pie junto a su cuerpo, armada con una fregona con la que tracé un perímetro a su alrededor para evitar a las hormigas que dieran cuenta de él. Fue angustioso, triste, y a la vez horrible por la insistencia de las hormigas; y no me importó permanecer todo ese tiempo protegiendo su pequeña figura bajo al sabanita, quería que; si se iba a marchar, fuera con toda la dignidad posible, no con unos bichos comiéndoselo cachito a cachito, joder...

En una cestita, envuelto en una sabanita más grande, fue llevado al campo y le echamos unas flores antes de que se uniera a la Tierra. Ha sido duro para toda la familia, hemos derramado mil lágrimas y puede que muchas más, y con todas y cada una le demostramos lo muchísimo que lo hemos querido, que lo seguimos queriendo y le recordaremos siempre.

Marchó feliz, pues sabía que le queríamos tanto como él a nosotros.

Nos diste disgustillos que aceptamos como toda buena familia hace, y también muchos buenos momentos. Anécdotas con las que recordarte y seguirte llamando 'cabrito' con todo el cariño del mundo, porque por mucho que nos hicieras nunca lo hiciste con mala intención, sólo porque eras juguetón y travieso.

Un gran beso para el mejor perro que se podía tener

Una cálida despedida por él

Hasta siempre, mi querido Odie

Hoy ha llegado un hermoso ángelito al cielo