Que suene la música!

Hoy: Poets of the Fall - Everything Fades
*Ains*

martes, enero 31, 2012

La época del Sigh

No termino una para salir de otra, como de costumbre. Prometí que mi próximo post sería de videojuegos y no solo no lo tengo ni planificado, sino que encima no tengo ganas y no estoy para ello tampoco, estoy en plena época del Sigh otra vez.

El ánimo me va en picado día sí día también, termino sin ganas de nada y si no fuera porque no soy capaz de estar un rato completamente quieta en un sitio, me pasaría el día tirada en la cama, pero no va conmigo. Eso no quita que no siga haciendo Sigh cada dos por tres, ya me pasa de todo: casi no duermo, lo que duermo lo duermo fatal, me levanto de mal humor, estoy susceptible en general. Mi estado físico tampoco ayuda, el estómago hace tres días que me está dando la lata de mala manera y me duele tanto y tan continuamente que creo que de un momento a otro pasaré del Sigh al Scream. Me desespero con facilidad estos días, estoy torpe, se me caen las cosas por más atención que presto, estoy bloqueada para dibujar y tengo ganas de darle golpes a las cosas cuando me doy accidentalmente; de hecho la cómoda, la mesa de la cocina, el techo del coche y hasta un cojín se han llevado estos días un señor puñetazo. La cocina se me ha vengado haciendo que esta misma tarde se me cayera encima una taza con leche caliente, y no calentita o tibia, no; que hasta echaba humo, he blasfemado lo más grande y he limpiado suelo, silla, mesa, mantel y taza sin parar de disculparme. Y de postre estoy contestona fatal, contesto con comentarios obvios molestos o sarcásticos, y eso que el sarcasmo no se me da demasiado bien, no se me suelen ocurrir frases adecuadas cuando lo utilizo, soy malísima después de todo con ello. A ratos me duele la cabeza como si me la martillearan, me desespero todavía más y hay momentos en los que me afloran las lágrimas pese a que no las permito terminar de caer, yo sin motivo no pienso llorar, ya me siento bastante estúpida para empezar con esas también.

Los Sighs suenan más fuertes cada día.

Por suerte que estas épocas o fases no me duran mucho, lo que me jeringa es salir de una y que en nada me caiga otra por motivos tontos o simples o qué se yo ya, no lo soporto. Estoy intentando encontrar la forma de desahogarme sin que nadie tenga que pagar por mi estado, eso sí que nunca me ha gustado, pero ahora mismo no encuentro absolutamente NADA que me permita el desahogo. Optaría por el boxeo de la Wii, pero me la vendieron sin la correa para el mando y no me apetece que este salga volando, demasiada mala leche tengo estos días para pensarlo siquiera.

...y lo que me revienta comentarlo en casa y que me digan "eso depende de tu habilidad"... el bate de beisbol tiene un tope atrás, señores, por fuerte que le de este no se me salió volando nunca cuando tuve uno y eso que soy exagerada para darle, y lo mismo con el palo de golf, al menos tiene un extremo que no resbala tanto, puñeta, y la raqueta de tenis lo mismo; y ya de los bolos ni cuento, se me da muy bien en la consola y si se me ocurre lanzar así con el mando, me voy a cargar la tele...

Sigh... me duele la cabeza ya, mejor paro un rato y les mando besitos.

Todos tranquis, ya digo que no me suelen durar casi nada.

jueves, enero 12, 2012

¿A donde vas con esos pelos? - tú no sé, yo estoy huyendo

Mi primer post de este año -que al ritmo que voy a veces actualizando, bien podría haber sido el penúltimo o antepenúltimo, manda eggs...- va a ser para hablar de algo que me gusta y al mismo tiempo no soporto, cómo no, ¿término medio? vaya usté a saber.

Empezaré comentando que:

-Mi fin de año, COJONUDO; risas y más risas en casa de Noe para combatir el frío polar de su piso, y días de no parar de hablar ni de hacer el cabra con MarsW, como siempre inolvidables como todas nuestras nocheviejas, en las que siempre acabamos yendo el 70% del día en pijama y pasándonoslo de miedo.

-Mis reyes en familia, BIEN; tranquilitos estos días y la sorpresa de encontrarte tus regalos envueltos en papel blanco porque se terminó el de regalo... vaya por Diox, pero agradable igualmente. Me llevé: un paraguas violeta, un taburete tapizado con cajoncitos, un colgante de corazón al que le cabe una fotillo, una caja de maquillaje con nosecuantos colorines, y un cambio de estantería en mi cuarto; ya les haré una foto para que lo vean.

Y bueno, será mejor que empiece a largarles el rollo de turno, antes de que me termine de resfriar, porque hoy voy progresivamente; no hace nada estaba yendo a coger una chaqueta mientras arrastraba a Mati, teniendo su correa enganchada a mi tobillo izquierdo y según hablaba he ido diciendo:

-Mati... Matildo, ven nene que me tiras... pera hombe que nececito e jerzey... Batildo goño, gue no baje pabajo, vente gonmigo padiba... duuuuube pesao, dube gonmigo SNIIIIRF leñe...

Tal que así, vamos. Y a lo que íbamos en lo que me relajo escuchando la banda sonora de El Secreto de Kells: (aunque, en lo que he tardado en buscar una imagen y leerme la entrada de la Wikipedia, ahora estoy escuchando a Suzanne Ciani...)


Es conocido, sabido y entendido por muchas de las personas más cercanas a mi que mantengo una relación amor-odio continua con el cabello, y no sólo con el mío propio, sino en general. ¿A qué se debe? sencillo:

Durante años y años mi pelo ha sido continua fuente de problemas. ¿Es bonito? sinceramente, lo es; tengo el privilegio de disfrutar de un cabello mayoritariamente sano que orgullosamente he heredado de mis padres: el castaño medio de mi madre, el volumen de mi padre y la mezcla del rizado de él y del ligero ondulado de ella dio fruto a un ondulado suave y bonito que es especialmente destacable si está recién lavado. Recién lavado... ojo... tras el primer cepillado se suaviza lo suyo y no queda igual, aunque de volumen prevalece, y está salpicado de canas, pero eso no me molesta lo más mínimo, pues comenzaron a salirme con 15-16 años, igual que a mi padre, y total yo ya planeaba hace años teñírmelo de blanco para parecerme a Tormenta de los XMen, eso que me ahorro.

Ahora, que tampoco es un chollo, peinarlo es una señora aventura que pa qué, desenredarlo un coñazo, aunque cepillarlo es relajante. ¿y si se me ocurre alisármelo? cronometado; dos horas- dos horas y media que tardo en conseguir que quede completamente liso, y aún así tengo que desenredarlo por las mañanas, juer. Si me quiero hacer mechas, TAMPOCO; el día que me hice unas de color violeta violín, se me cayeron en un par de semanas. Ni siquiera las canas pillaron color, es resistente el jodío. Y encima, cuando me las hice, mi madre me puso un gorro de goma con agujeritos que al principio me dio la risa al verme en el espejo con eso puesto, hasta que mi madre fue sacando con una aguja de ganchillo mechones por los agujeritos, haciéndome gritar tan desgarradoramente como si hubiera pisado una pieza de lego descalza; más nunca...

Las puntas se me parten lo suyo, pero no se me daña demasiado el pelo por suerte; eso sí, sólo me lo corto en luna llena y se me han llegado a escapar unas cuantas, terminando el resultado en que el pelo hasta me ha alcanzado las rodillas y me llevó a plantearme seriamente trenzarlo y dejarlo caer por las noches por la ventana con la esperanza de pescar algún incaut... esteee, de que lo trepara un príncipe que diga... -ya sé que no cuela, sobretodo porque tod@s sabéis que buena soy yo para dejar que ningún desconocido me trepe el pelo y encima se cuele en mi cuarto-.

Y para lograr a menudo peinarmelo como pretendo... poffff misión imposible y frustrante. O peor aún, cuando me lo recojo con unas cuantas trabas y voy tan feliz por ahí con mi pelito recogidito y lejos de mi cara cuando de repente oigo en casa:

SeñoraDeVisita: qué lindo color de pelo tiene tu hija
MiSeñoraMamá: sí, y es largo y tiene una forma preciosa, ya verás. ¡Zan cariño, ven y suéltate el pelo!
ServidoraDeUstedesAPuntoDeLlorar: ...minga longa cagonla...

Pese a todo es el cabello que me ha tocado y lo aprecio mucho, pero aporta su granito de arena cuando se lo suma especialmente a:

-AÑOS de cortarle yo sola el pelo al bueno de mi Odie, del que yo siempre afirmaba que me ganaba en cantidad de pelo. Incontables tardes me sentaba en la calle, frente a la puerta de mi casa, luchando por mantenerlo quieto para poderlo pelar, tratando de igualarle el pelo lo más posible o de quitar lo bastante para pasar un cortacesped sin que pudiera sufrir un serio atasco por cantidad. Él no se estaba quieto, giraba sobre sí mismo tratando de salirse de mi agarre, de volver a casa o de mear en la esquina, lo que pillara primero, y a las malas siempre le quedaba el recurso de pegarme un repentino lametón en alguna zona de la cara que me hiciera soltarle al grito de 'puaj que asco eres un marrano'. Por no hablar de los calambres en las manos por culpa de las tijeras, y que terminaba cubierta de mechones enteros de su pelaje rubio, parecía la prima barbie del yeti, pero con su misma cara de 'me voy a comer a todos los sherpas que pille... y luego pateo al perro'.

-Ir a una clase de peluquería con mi madre. Por aquel entonces yo ya tenía el mismo aprecio que ahora por la peluquería, y tenía que ir para que ella no fuera sola y porque con algo tenía que ocupar mis tardes -se ve que descascarillar esculturas impresionantes en la pared del cuarto de tu anterior casa con un punzón no les hacía gracia-. El primer día es uno de los que nunca olvidaré, nos pusieron a ponerle rulos a una cabezona de muñeca que tenía una cara de soplaperas que era para hacerle una foto, yo no tenía peor cara porque no sabía ponerla, probablemente. Mi único entrenenimiento fue imaginarme discusiones con la muñeca, sin variar la expresión. En mi mente la cosa transcurría así:

Muñecona: ¡Niña, me estás clavando los pinchos que sujetan los rulos!
Zan: ¡Jóase señora!
Muñecona: ¡Te voy a denunciar!
Zan: ¡Termina antes si se lo dice a mi madre aquí presente, allí, dos sillas más a la derecha!
Muñecona: ¡Te pago para que me dejes el pelo como la Schiffer!
Zan: ¡Si logro que se parezca a Mercedes Milá ya será un milagro! ¡Y cállese que sus graznidos atraen a los cuervos a la entrada y luego no hay quien salga!

Así toda la tarde, hasta escuché de fondo a la profesora hablando con mi madre y verídico que escuché esto:

Profa: Tu hija es la única de toda la clase que está poniendo bien los rulos.
MadreDeZan: Es que es muy hábil con las manos.
-y que no presto atención, y en una clase donde no presto atención se me quedan las cosas con facilidad...-
Profa: eso sí, menuda cara que trae, ¿se ha metido alguien con ella?
MDZ: que va, es que no quiere estar aquí...

Otro entretenimiento de ese día fue imaginarme que llegaba a gritarle de veras a la muñeca y que mi madre se me llevaría tirando del brazo, roja como un tomate diciéndome que esa era la última vez que me apuntaba a un curso con ella y entonces yo respondería 'no caerá esa breva'... pero vamos, que soñar es gratis.

Como esta muchas más veces, como cuando las compañeras me tuvieron que cortar las puntas y terminaron cortándome como palmo y medio porque todo el rato dejaban un lado más largo que el otro, hasta el punto que terminé diciéndole que o llamaba a la profesora y se dejaba de hablar de revistas con la otra tipa o me levantaba y la rapaba al cero. Me quemaron una mejilla con la plancha de alisar el pelo, me abrasaron las puntas con una crema por no poner el antireactivo para quitarla... yo no recuerdo haber sonreído o hecho coñas en esa clase. Si hasta daba cabezadas cuando había clase teórica, para vergüenza de mi madre, que se sentaba justo a mi lado y o negaba con la cabeza o hacía que no me veía, o me daba un codazo para despetarme, sin muchos resultados.

Aún hoy día, sigo siendo la que ayuda a mi madre cuando tiene que cortarse el pelo o arreglárselo, porque sé hacerlo y ella es mi madre, lo hago porque la quiero, aunque me fastidie coger unas tijeras y peinar el cabello con un peinecito para cortar según un ángulo concreto y no sé qué leches más.

Y hace muuuy poco he ayudado a cortarle el pelo a Mati; oootra vez a llenarme de pelos de perro, a sujetar al animalito para no darle un corte o dármelo yo, y a cabrearme con el viento porque no paraba de remover los pelos que ya estaban metidos en una bolsa para tirar y hacerme perseguirlos de nuevo. Pequeños -o grandes- detalles que contribuyen a que aún tenga una relación estable de amor-odio con el cabello. El pelo lo adoro, me encanta meter los dedos entre los mechones y trenzarlos o girarlos sobre sí mismos y hacerme peinados curiosos. DETESTO la peluquería: poner los rulos, cortar el pelo, preparar una mezcla para hacer un tinte, aplicar un tinte...

Y probablemente más cosas que me dejo en el tintero y que en este momento no soy capaz de recordar, seguro que luego me acuerdo y pongo cara de 'leches, con esto también porque blablabla'. Pero weno, saquen sus propias conclusiones al respecto, saquen. O échense unas risas con las anécdotas simplemente, que la verdad que hasta a mi me hacen gracia.

Les dejo señores, y a ser posible el siguiente post será una de mis críticas a videojuegos, o al menos eso espero. ¡Besines!