Notarán que sigo sin escribir demasiado, ya no sólo porque continúe con el ordenador haciendo lo que le sale de los Bits, sino porque estoy en la última semana de curso y no me apetece contar que lo más emocionante que pasa de momento en mi vida es la manía de mi gata por afilarse las uñas en el mueble de las macetas -ya lleva media pata del mueble eliminada; un día de estos se le viene encima el resto del mueble más las macetas y aun así la tía escapará de ser aplastada, dando un soberbio salto con el cual llegará a la persiana de mi ventana y encima se quedará allí colgada; COMO SI LA VIERA, oyes...-
Al menos hoy tengo algo que relatar, y no sé si se lo podrán imaginar por el titulillo pero allá vamos, siéntense y agarren un cubo chucherías.
Esta tarde me anuncian mis padres que vamos a una fiestecilla a casa de unos amigos. Ah vale.
...¿o no?
Pos no del todo, claro que no, porque te tienes que vestir mona, que a mi eso me da igual; tan pronto me puedo vestir mona como de chimpancé... que diga, me puedo vestir bien cuca y bonita, que no hace daño por hacerlo de vez en cuando, claro. Y llevar un vestido largo y bonito conlleva una gran responsabilidad, que es donde empieza lo bueno:
¿Qué mejor momento para estrenar los zapatos con tacón que me compré para la orla esa a la que al final no voy a iiiiir?
Que me probé más de media tienda hasta encontrarlos, oiga; coñazo puro y duro. Que no pegué traspieses ni nada en la tienda con tanto tacón, encima de los finos, emperre de mi madre, y encima de que con tacones de aguja no tengo equilibrio ninguno.
YO.
Que hacía equilibrios en el quitamiedos que se dejaron puesto entre la carretera y el parterre donde sacaba antes al perro -ahora han quitado el quitamiedos y el parterre, por cierto...-
Más de media tienda sufriendo la risa de la dependienta hasta que mi padre encontró unos zapatos marrón clarito con un tacón lo bastante corto para que no me doliera la espalda y a la vez con una anchura que equivale a cuatro tacones de aguja juntos; es decir aproximadamente la yema de uno de mis dedos. Ah, cojonudos oiga, y cómodos como la madre que los trajo, eso sí.
Sí, ya... tú espérate...
Como decía antes del flashback, me los tuve que poner esta tarde. Al principio bien, están cómodos, no me aprietan... de hecho hasta a veces se me salen y todo, pero nada, tú lleva los pies bien pegados al suelo que no se notará. Y bajo yo por las escaleras de mi casa armada con sendos tacones.
¡Coñio que casi me voy de boca cuando me faltaban tres escalones para terminar de bajar! si es que tantos años con zapatillas deportivas y chancletas y arpargatas y etc etc etc por el estilo pasan factura; soy capaz de salir corriendo a toda mecha hasta con las chanclas de playa mientras tengo los pies embadurnaos de crema bronceadora y no me resbalo ni me caigo ni se me van ni ná de ná... y cinco segundos con tacones y casi no me voy p'alante, joer.
Venga, que me aguanto y tiro para afuera, dispuesta a ir a la fiestuki con la familia que esta vez va al completo; mis padres, mi hermano y yo. A Odie y a Enya mejor no nos los llevamos; no hay ganas de que Odie pase el rato dando pol saco y Enya se me trinque al hombro muerta miedo por el resto del mundo... llegamos, y aparcamos donde hay tierra y piedras; jope papá, qué ganas de llevarme ya a la pista de obstáculos, al menos dejame un tiempo de entrenamiento, digo yo... pos no señores, que me tengo que fastidiar.
Asi paso la tarde con los tacones, al principio bien; y si alguien cree que me senté para pasar mejor el rato, se equivoca, porque me senté por unos diez minutos, antes de levantarme con mi hermano a pillar un poco de tarta y papas arrugadas para la mamma. Me siento un ratito más y luego otra vez a levantarme porque está oscureciendo y fuera no se ve una porra, tirando para donde hay más luz y más gente. Y yo que caminando parecía que me habían atado un palo a cada pierna, palo que debía ir casi desde mis tobillos hasta la cadera, porque como no es calzado que yo acostumbro, pues mi cuerpo que es así de gracioso va más inseguro que un calamar nadando entre tiburones. No hay forma de caminar bien, releñe; ni que el día anterior me hubieran dado una paliza, de haber sido esto último caminaría con algo más de dignidad, digo yo...
Todo el rato ya soportando mi pobre espalda, que por la postura que mi cuerpo inconscientemente adoptaba para compensar el caminar me tenía molida ya y hasta mis dedos querían estirarse fuera del zapato y doblaron un par de veces la plantilla tras despegarla y todo. O los zapatos son MALOS de cojones o los dedos de mis pies tienen la fuerza de Hulk, joer.
Y me entran ganas de ir al baño, donde me guía mi hermano que ya sabía donde estaba tras ir antes que yo, ya luego me deja sola para cuando termine y salga, claro. Pues en ese ratito en el baño, decidí que iba a andar segura y sin miedo cuando saliera, y así que lo hice, ¡¡qué puñetas!! y salgo, con la cabeza bien alta, la espalda enderezada y muy digna y consigo, ¡CONSIGO! caminar bien, con tacones, wow, WoOw, WOOW! perfecto, perfecto!
...
...y a los cinco pasos, justo cuando pasaba por delante de unos señores que charlaban tranquilamente de cine, doy un traspies de lo más chorra que me hace encorvarme y dar tres pasos a lo Quasimodo mientras recobraba el equilibrio para no barrer el suelo con mis narices.
Hala; fallo de -10 de Dignidad y -15 a la Elegancia; y el orgullo a la altura de una mierda de perro.
Y aún fui tan cacho burra de que, cuando nos estábamos despidiendo -durante más de media hora...- , el anfitrión me dio las gracias por venir y suelto con mi desparpajo y cansancio "Ya me lo puedes agradecer, ya; POR TI HE VENIDO CON TACONES!"
Por supuesto que no lo dije en serio, mis padres y el caballero se rieron lo indecible; cosa que por cierto no estaban haciendo mis pies. En el coche me quité el derecho y cuando doblé la punta del pie...
UAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH
¿Conocéis ese dolor que es como si se te hubieran pegado los dedos entre sí y aunque los ves separados y hasta los mueves individualmente con la ayuda de los dedos de las manos, te sigue pareciendo y doliendo como si se hubieran cruzado uno encima del otro en la más incómoda postura que pudieron encontrar? pues eso.
Ha sido llegar a mi casa, medio cojitranca, hasta las narices de los taconcitos, abrir la puerta y suplicarle a mi hermano que la cena del perro se la pusiera él, porque si daba otro paso con esos mini andamios, yo me caía al suelo y me quedaba ahí a dormir por esta noche, palabra.
Para una vez que no me dicen eso de "vete estrenando los zapatos para que se te haga el pie a ellos", que me digan a mi que no se imaginaban que iba a terminar así, ¿no te chincha? miedo me da pensar que cuando haga mi orla -la mía, no la de mi escuela; ya dije que a esa no voy a ir ni amarrá- , prometí que me aguantaría todo el día con esos tacones puestos.
Joer...
Si con una tarde sola ya estoy que pueden fregar el suelo conmigo, cuando los tenga puestos un día enterito voy a amanecer escayolá de tobillo para abajo y para arriba XP.
10 comentarios:
Vamos, que los tacones y tú no sois muy amigos precisamente... ¡menos mal que no acabaste besando el frío y duro suelo delante de todo el mundo! XD
Como creo recordar que ya te dije una vez por el msn, en serio que a veces no me explico cómo las mujeres podeís andar con tacones, sobre todo con los de aguja. Debe de ser lo más incómodo del mundo para quien no esté acostumbrada...
En fin, al menos vuelves a dar señales de vida, que ya es algo... ¡y Katsu que se alegra, por supuesto! ¡De verdad, no sabes cuánto se te echa de menos! ^^
¡Un abrazote bien fuerte, cuídate y ánimo con esta última semana del curso! ^_-
Yo tambien odio los tacones. Sobre todo por la lesion cronica de mi rodilla, cuando me los pongo me entra el panico y el terror todo juntos porque me da la sensacion de que se me va a doblar la pierna por un lado. A mi orla no me quedara otra que llevarlos pero BAJITOS.
Muicha suerte con el curso, linda mia.
Mi prima siempre ha sostenido que los tacones son una aberración. Leyendo testimonios como este, parece que razón no le falta ^^U
Odio los malditos tacones y ellos me odian a mí. Una relación muy hermosa que no pienso cambiar, aunque a veces se rían de mí.
Ej.: hoy, cayendo la del pulpo en lluvia. Voy por una calle empedrada y mojada con mis playeras. Delante de mí, tres señoras con tacones. "Jajaja", pensaba yo, "estas se van a partir el almOSTIESQUEMEMATO!!!". Culazo impresionante con chilena y todo. Las señoras vinieron corriendo a levantarme. Corriendo. Con tacones. Calle empedrada y mojada. Y la que se mató fui yo, la de las playeras. No es justo, hombre ya... *snif*
los tacones son el maal
que sus voy a contar, eh?, di que sí, Noe; mejor ir cómoda que sufrir en silencio
Lobita, eso que cuentas lo he visto yo a veces; esas señoras corriendo como linces con TACONES; hoooostia, me rio yo de los funambulistas
te acompañao en el sentimiento. En casa, la smujeres de este castro norteño los han prohibido ad eternum o hasta que las ranas se peinen como Punset, lo que ocurra antes.
Solo de leerlo ya me duele.
Solo te dire una cosa.
te entiendo perfectamente-_-.
montemos campaña contra los tacones, hermanas!
Aqui en casa tienes dos voluntarias, creeme.
pos mira
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