Dedico este pequeño post a dos cosas que me acompañaron durante toda mi vida, ya que hoy experimentarán un cambio. Intentaré explicarme un poco, porque aunque sea algo simple, para mí significa mucho. Comencemos:
Desde que tengo memoria, recuerdo que siempre estuvieron conmigo, dándome un consuelo en la oscuridad de la noche, dándome calor y fuerzas para levantarme por las mañanas. Ellas me protegían de las pesadillas, me quitaban las ilusiones de monstruos y bichos que veía entre las sombras, cuando las apoyaba en mi cara me quitaban el miedo. Eran mis escudos.
Ellas me dieron un consuelo cuando pasé tantas noches en vela; porque siempre estaba enferma, porque las burlas de los otros niños resonaban en mi cabeza cuando intentaba dormir, porque no tenía a nadie más en quien confiar para contarle mis penas y derramar los ríos de lágrimas que tuve que derramar para evitar que me ahogara desde dentro mi dolor. Eran un hombro en el que llorar hasta la saciedad.
Crecí y no las dejé de lado. Continué con ellas cada noche de mi vida, excepto cuando las tenían que llevar a lavar; en esas noches usaba un peluche para sustituirlas, pero no era lo mismo. Comenzaron a perder su color blanco, volviéndose ligeramente más grises; una de ellas tenía dos detalles bordados que representaban un junco entre la hierba. La otra tenía 6 florecitas rojas; 3 en cada lado. Hice un par de experimentos con ellas, cosiéndole a una de ellas mi nombre (de muy mala manera, pues solo se me daba bien el punto de cadeneta y tampoco era una maravilla), mientras que a la otra intenté hacerle un trébol de 4 hojas, cada una de un color, pero solo llegué a bordar 3 hojas, porque no me quedó más espacio.
Cuando se me caían de entre los brazos, lo primero que hacía al despertarme era recogerlas, darles un beso y volverlas a abrazar. Adoraba que me hicieran cosquillas en la nariz con sus extremos, adoraba el olor a colonia de bebé que siempre despedían, y aun hoy día lo sigo haciendo.
Llevo 20 años, casi 21, durmiendo con mis dos almohaditas. A una de ellas, la de los detalles del ahierba y el junco, siempre he tenido la manía de enrollarla, dándole 4 vueltas en el sentido de las agujas del reloj, para que le quedara forma de lazo; todavía no sé porque lo he seguido haciendo todos estos años, pero... algo había en mi interior que si no lo hacía, no me dejaba dormir tranquila abrazándola.
Son mis dos pequeños tesoros; pero las pobres están muy viejas, han perdido su color, los motivos que tenían cosidos estan casi desaparecidos(salvo los que yo les hice, porque estan hechos con lana en vez de con hilo), tienen algunos agujeros y el color les ha oscurecido un poco, así que mi madre me ha dado dos fundas nuevas pequeñas para que vacíe el interior de mis almohaditas en ellos, pero... No he sido capaz de hacerlo, no hubiera sido lo mismo, así que opté por agrandar el agujero de las nuevas fundas e introducir en cada una de ellas, una de mis almohaditas, enteras. Por fuera estarán nuevas, limpias, blancas... pero por dentro seguirán con la esencia de todo lo que he dejado en ellas después de tantos años: buenos y malos momentos, ilusiones y sueños...
Por que las quiero y las querré por siempre, por que no voy a dejarlas, seguiré durmiendo con ellas le guste o no le guste a cualquiera que pueda saberlo. Son mis tesoros y para mí valen más que todo el oro del mundo.
A mis almohaditas :D (NOTA: si, son almohadas, comunes y corrientes; pero llevo llamándolas 'almohaditas' desde que era una niña y pienso seguir llamándolas así ^^)
1 comentario:
Que bonito chiqui... :)
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